No son las empresas que vienen a radicarse en el polígono industrial. Tampoco son las curtiembres que se funden en el norte. Menos aún, son los millonarios enroques inmobiliarios que llegan al sur de la provincia. Caso Funes, por ejemplo.

Con gremios estatales con salarios devaluados por la inflación, el gobernador trata de convencer de que sus candidatos a una humilde concejalía, desde un micrófono de un ignoto canal, son la panacea para frenar la delincuencia, el fenómeno barrial de la droga, los asaltos a negocios a plena luz y la saga de muertes que se registran en la ciudad.

Resulta, a todas luces, un hecho con una fuerte matriz contestataria desde el poder, que el empleado público común, el barrendero, la maestra, tengan a su vista un tríptico que, sumados en una cuadra, arrojan como resultado millones tirados en papel y tinta, que algún aguacero y el tiempo arruinarán.

El Gobierno provincial de Santa Fe se embarca en una aventura millonaria para que un concejal… gane las PASO.

Mientras los trabajadores del peaje Rosario-Victoria plantean un paro y protestas por el cese de la concesión vial, el gobernador Maximiliano Pullaro posa para las lentes de los estudios de fotografía.

Mientras un gigantesco plóter de media cuadra de largo factura gastos exorbitantes que paga el tesoro provincial, la maestra de grado no tiene cómo llegar a fin de mes.

Postales distópicas de un año en crisis social. Una imagen propia de "Los juegos del hambre".