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Los sueños se cumplen girando en una calesita: de titiritero en Rosario a seguir el mundo de la magia en Roldán

Diego Rodríguez fue quien rompió el camino de titiritero que hacía su madre y de pintor que realizaba su papá para seguir en el mundo del arte, pero en un tono muy distinto, ser mago.

Por Pedro Dominguez, de la redacción de NOVA

Las hojas de ruta muchas veces no se cumplen, en este caso, Diego Rodríguez fue quien rompió el camino de titiritero que hacía su madre y de pintor que realizaba su papá para seguir en el mundo del arte, pero en un tono muy distinto, ser mago.

En la ciudad de Rosario, Diego Rodríguez sabía que su infancia siempre estuvo rodeada de títeres, de amigos, de compañeros, de exposiciones de cuadros y de teatros, siempre estuvo envuelto en el mundo del espectáculo y el arte.

Su casa estaba en todos lados, en cada museo, en cada teatro que trabajaban y fue así como Diego se enamoraba cada vez más del arte y su carrera en sí.

Tuvo una infancia muy linda donde hubo muchas libertades artísticas, de pensamientos, creció entre debates artísticos. Pero, en su adolescencia comenzaron a cambiar las cuestiones de vida, porque buscaba su camino. Allí, Diego optó por ir un poco más allá de estar con títeres y prefirió ser mago, para niños y posteriormente para los grupos familiares.

Pero eso duró poco, no en la profesión del arte, sino en la idea de ser mago, porque conoció a Analía, de quien se enamoró y decidió acompañarla en su vida, fue así cómo armó su maleta y viajó a la ciudad de Roldán, allí empezó una nueva vida llena de magia y esperanza.

Para poder colaborar con la familia, Diego tiene un altoparlante en Roldán, hace publicidades y con eso vive y colabora con la familia. Roldán comenzó su vida, su señora no podía mudarse porque trabaja en la ciudad.

Roldán es una ciudad mágica que te lleva a la niñez, los vecinos, los amigos, y así te vas enamorando de Roldán, un gran barrio que ya no existe en Rosario.

Allí, en aquella ciudad, Diego y Analía tuvieron una idea mágica para la ciudad, empezar con la Calesita. Allí, ese espacio donde dan vueltas y vueltas, sirvió para contener a cientos de niños y jóvenes que buscaban disfrutar de la tarde.

Ese espacio fue creciendo poco a poco, siendo declarado de interés municipal, un espacio de confort y alegría que genera acompañamiento a los niños y jóvenes. Además, mientras los niños disfrutan, los padres y madres se acercan al espacio para poder tener un acompañamiento con Analía y Diego, quienes les abren las puertas a todos los vecinos, de manera solidaria, donde se prioriza a la familia en todo su esplendor, se contiene a través del espacio y se recrea a través de la cultura y del juego para poder abrir y explorar diversas sensaciones.

Cuando hay alegrías, risas y sonrisas, Analía y Diego sienten que cumplieron con la misión del día de poder acompañar y ayudar entre todos los vecinos.

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